sábado, 18 de octubre de 2014
"Pidiendo ayuda sin hablar, las cosas se pusieron mal..."
Aún recuerdo a aquella niña, y creo que la recordaré toda la vida. Yo, la veía caminar por la vida como si se tratara de algodón, era tanta la inocencia que escondía su mirada... la veía salir los fines de semana a divertirse con sus amigas, la veía reír, la veía la niña más feliz del mundo. Lo tenía todo, y sobre todo, sueños. Tenía muchos sueños que jamás se podrían realizar. La observaba cómo caminaba por los pasillos con la cabeza agachada, pero siempre con esa luz en sus preciosos ojos como platos. Platos que acabaron rompiéndose en mil pedazos. Porque un día, y casi sin darme cuenta, esa luz desapareció. Desapareció su sonrisa. Desaparecieron sus sueños. Porque poco a poco, vi cómo se fue refugiando en su propio mundo, y no salía de él. Se pasaba las tardes encerrada en su cuarto, o discutiendo con su madre por un plato de comida. Vi cómo se iban formando las ojeras debajo de aquellos ojos azules, aquellos ojos que transmitían todo su dolor. La vi perder el color de la piel, vi cómo se la fue cayendo el pelo, aquella preciosa melena que siempre lucía con una sonrisa, y que se acariciaba cada vez que los nervios o la timidez se apoderaban de ella. La vi las retinas desgastadas de tanto llorar. No comía, no salía, no reía, ya no era feliz... la vi matarse de hambre, y dejar su alma tirada en el baño detrás de cada comida. Ya tan siquiera dormía por las noches. En cambio de eso, se las pasaba en vela, escuchando el rugir de su estómago, acariciándose las costillas, empapando la almohada en lágrimas y sangre, y matándose a ejercicio sin que nadie la viera. Pero yo, vi cómo todo el mundo la juzgaba, y a ella parecía no importarla, pero por dentro la estaba matando. Vi cómo aquella maldita obsesión se apoderó de ella. La vi perder a gente, la vi quedarse sola. A veces, cuando aún la quedaban fuerzas, trataba de forzar una falsa sonrisa, y por algún extraño motivo, todo el mundo la creía. Pero nadie se podía llegar a hacer una ligera idea del infierno por el que estaba pasando, de la lucha constante por vivir en la que se había metido sin darse cuenta. Luchar por vivir. Ese era su día a día. Yo, veía cómo su perfecto cuerpo iba adelgazando, cómo se iba debilitando hasta no ser capaz ni de mantenerse en pie. Como si fuese una marioneta, sujeta por gente que no se daba cuenta de que aquella niña, vivía rodeada de demonios. Pero su mayor demonio, era ella misma. Vi cómo fue bajando sus notas, y lo poco que la importaba vivir, o morir. Vi cómo poco a poco esas inseguridades, esos complejos y esos miedos, la fueron derribando. La vi marearse hasta llegar al desmayo. La vi llorar innumerables veces delante del espejo, deseando tener el cuerpo que tenían las modelos de las paredes de su cuarto. La vi cómo tapaba la debilidad de su cuerpo con aquella ropa tan ancha que siempre llevaba puesta. Y la vi cómo tapaba las cicatrices de sus brazos con aquellas mangas largas. La vi tiritar de frío en pleno agosto. La vi pedir ayuda sin hablar. La vi estar muerta en vida. Hasta que un día, escuché el débil susurro de su voz, pidiendo ayuda de verdad. Aquella niña, permanecerá por siempre en mi memoria. Ella y su fuerza. Esa fuerza, que quizás, fue lo único que logró salvarla. Y sé de primera mano lo que estoy diciendo, porque conozco muy bien a la niña de la que hablo...
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Increíble. Sin palabras.
ResponderEliminarNo podría haber parado de leer ni un segundo aunque hubiese querido.
Gracias de verdad por tu comentario. Significa mucho para mí.
EliminarFlipando, me has dejado sin palabras te entiendo perfectamente y es un infierno pero un infierno del que se sale y logras tus sueños, nunca olvides que te quiero ❤️
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