viernes, 5 de diciembre de 2014

"Mi mayor acierto..."

Éramos la envidia de todo aquel que hablaba, aquellos que decían conocer el amor, se giraban para ver el nuestro. Dándose cuenta de que era lo más sincero, y aun cometiendo errores, lo más perfecto que verían nunca. Deseando tener una historia igual, sin saber que nunca habrá nada igual a lo que nosotros tuvimos, y tenemos. Porque lo nuestro nació de un amor de verano, sin esperanzas, sin nada que perder, y aquí estamos, en pleno invierno, el segundo que pasamos juntos, y tan enamorados como el primer diciembre que viví a tu lado, abrazada a ti, protegiéndome del frío y de todo lo malo. Y es curioso, porque siempre sabemos superarlo todo. Yo no sé mucho sobre el amor, no sé si es cierto eso que dicen de que lo puede todo, o si es solo un mito. Pero por ahora, el nuestro ha podido con todo y más. Y con eso me basta. Y me da igual la gente, me da igual lo que piensen, lo que digan, lo que opinen... porque estamos juntos, y teniéndonos el uno al otro el mundo nos sobra. Y sé que todo esto por lo que estamos pasando, lo recordaremos en unos años, y nos daremos cuenta de que todo el sufrimiento, valió la pena. La vida está para equivocarse, para tomar decisiones, para elegir... y yo te elegí a ti, y puedo decir sin duda alguna, que has sido el mayor acierto de toda mi vida. Y que quiero equivocarme junto a ti durante muchos inviernos más, pero juntos, siempre juntos, como lo hemos estado hasta ahora.

martes, 18 de noviembre de 2014

"Gracias: siete letras nunca dijeron tanto."

Nunca escribo sobre ti, supongo que es porque no me salen las palabras, porque ni todas las del mundo son suficientes para describir todo lo que significas para mí, sin saber tan siquiera de mi existencia. No sabes lo mucho que odio cada vez que me dicen que solo me gustas por el físico, y lo mucho que odio aún más a esas personas que de verdad solo "te quieren" por eso. Porque tú eres mucho más que una cara bonita. Tú eres esa persona que me enseñaste a luchar y a perseguir mis sueños, la que me enseñó que "las pérdidas pueden ser ganancias", que hay que aprovechar cada minuto, porque lo único verdaderamente importante en esta vida es el camino que nos queda por recorrer. La gente me juzga. Me dicen que no puedo querer a una persona a la que tan siquiera he tenido la oportunidad de tener en frente. Pero yo te quiero. Te quiero tanto que duele. Te quiero por lo que eres y por todo lo que sin conocerme has llegado a hacer por mí. Y confío en que llegará el día en el que podré abrazarte, y con lágrimas en los ojos te diré todo esto que ahora te escribo, y te contaré lo mucho que he tenido que esperar para por fin poder tener a pocos metros (espero que incluso centímetros), esa sonrisa que tantas veces, cuando más destrozada estaba, me ha dado la vida. Pero la espera, merecerá la pena. Y estos kilómetros, ya no serán nada. Porque con solo ver una foto tuya, un tweet, o escuchar una canción, ya me hacías sonreír incluso cuando solo quería llorar. Sé que estoy creciendo, cada vez voy teniendo menos tiempo de estar al día de todo lo que haces, de todo lo que publicas... el tiempo pasa, y nada es como era antes, pero en cambio, aquí sigo, apoyándote igual que el primer día. Y dentro de unos años, recordaré con cierta nostalgia cada instante de mi adolescencia, porque tú has dejado una huella imborrable en ella. Recordaré todas las veces que me hiciste reír, gritar, llorar, emocionarme... recordaré el dolor que me causaba ver cómo te besabas con tu novia... menuda estupidez, ¿verdad? Pero entonces sonreiré. Sonreiré teniendo bien presente que te apoyé hasta el final, y que tuve el mejor ídolo que podría haber tenido. Y aunque tú no lo sepas, yo te estaré eternamente agradecida.
Te quiero, Mikel.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

"Lo único que sé es que te quiero..."

Nunca he sido de tener nada muy claro, siempre he sido indecisa y jamás he sabido lo que quería. Hasta que llegaste tú, con esa sonrisa por la que cualquier persona en su sano juicio se hubiera vuelto loca, y un tal 29 de Junio del 2013, me dijiste que habías llegado a mi vida para quedarte, y la primera vez que cogiste mi mano, y que besaste mis labios, aquel 5 de Julio, supe que ya no querría besar otros que no fueran los tuyos, no quería que me soltaras nunca. Emprendimos juntos un viaje eterno, comenzamos una historia y la llamamos así porque sabíamos que ya lo era. A veces me preguntaba por qué había tardado tanto en conocerte, ahora eso ya me da igual, porque sé que la espera mereció la pena, y volvería a esperar lo que esperé y a tomar todas y cada una de las decisiones que tomé si tuviese la seguridad de que ese camino me llevaría de vuelta a ti. Y lo único que he tenido claro al 100% en toda mi vida, es que estoy enamorada de ti. Y lo sé porque cuando todo se tuerce y las cosas empiezan a ir mal, lo único que quiero hacer es correr a tu lado y que me abraces tan fuerte como lo has hecho siempre, porque eres el único capaz de apartar de mí el dolor. Y sí, a veces he tenido dudas, pero cuando me miras con esos ojos y con esa mirada tan llena de amor, todas mis dudas se disipan por completo, porque llevaba toda mi vida deseando que alguien me mirase y me viera con los mismos ojos con los que tú me miras, y sé que nunca encontraré a nadie que me mire de la misma forma. Has sabido quererme y has hecho que yo me quisiera un poco más cada día. Y te estaré eternamente agradecida. Esto no es un "adiós", mi amor, me niego a que lo sea. Y tengo miedo, porque yo tampoco sé qué es lo que me pasa contigo, y me resisto porque eres el primero por el que siento algo tan fuerte, y me gustaría que fueras el último. Cógeme de la mano como la primera vez que lo hiciste, y confía en mí. Porque lo único que sé, es que te quiero, y no pienso dejar de hacerlo.

~J.S.I~
XVII.

sábado, 8 de noviembre de 2014

"Al fin y al cabo, ¿quién es feliz?"

Sé que te odias, que nunca has sabido valorarte, que aborreces cada milímetro de tu débil cuerpo, pero párate por un segundo enfrente de un espejo, y mírate, de arriba abajo, chica, eres preciosa. Tienes los ojos más tristes que he visto nunca y la sonrisa más preciosa que he conocido jamás. Siempre sonriendo. Aunque estés rota en mil pedazos y no puedas tirar ni de ti misma. No llores en silencio y sécate esas lágrimas que brotan de tus ojos, porque ningún hombre es lo suficientemente hombre si te hace llorar. Ni el hombre más maravilloso del mundo merece tu tristeza, porque tampoco será tan maravilloso si por su culpa no te puedes ni levantar. Valórate, como mujer y como persona. Sé que ahora mismo no eres feliz, y que posiblemente nunca vayas a serlo verdaderamente, pero al fin y al cabo, ¿quién lo es? No creo ni que la felicidad exista. Pero sé que tú te la mereces, que te mereces que exista aunque sea solo para ti. Te mereces sonreír, querer y que te quieran. Que te quieran como ese por el que ahora sufres no ha sabido quererte. Y es que, en realidad, es difícil que alguien aprenda a querer de la forma tan bonita y sincera en la que tú quieres, así como le has querido a él.

lunes, 3 de noviembre de 2014

"Perderte es perderme después."

Tengo en mis manos un puñado de recuerdos, una canción rota y cuatro fotos desgastadas en blanco y negro, tan desgastadas como lo nuestro. El odio y el amor mezclados en un mismo sentimiento, el echarte de menos y no querer que vuelvas, el querer tenerte y las ganas de creerte. Tenía demasiados sueños e ilusiones que quizás no debí de haber tenido nunca. Querer comerte a besos cuando llegaras a casa, que me despertaras con olor a tostadas y café recién hecho, dormir sobre tu pecho sintiendo tus brazos rodeándome y tus besos en mi frente, hacer el amor cuando cae la tarde y el sol se esconde tras el horizonte, o chapotear sobre los charcos cuando no para de llover, correr bajo la lluvia agarrados de la mano, mientras únicamente me empapo de ti, y tú de mí, que me beses y sigas haciéndome sentir como lo has hecho hasta ahora, a pesar de los miles de obstáculos que no supimos superar. Y te necesito en mi vida, pero no te quiero en ella, y tengo tantos sentimientos que no logro descifrar, y tanto amor para darte, justo aquí, en el lado izquierdo del pecho. Porque el corazón late por ti, pero no por mí, que a veces dudo de si sigo con vida porque ya apenas lo siento como me gustaría sentirte a ti ahora mismo entre mis brazos. Y espero que no me olvides, que no nos olvides, que recuerdes por siempre esta historia que tan felices nos ha hecho y este amor que ojalá nunca dejáramos de sentir, que no lo dejes pasar como si nada hubiera existido, porque lo que hemos sentido, ha sido lo más real y sincero que sentiremos nunca, y sobre todo, espero que siempre quede un pedacito de mí en ti.

jueves, 23 de octubre de 2014

"No puedo salvarte, pero prometo que nunca estarás solo..."

Muchas noches, suelo tumbarme sobre la cama, y abrazada a la almohada, con la música sonando a través de los cascos, pienso en lo nuestro, desde el primer segundo que te vi, con esa sonrisa que a día de hoy, sigue volviéndome loca, y hasta el último segundo que pasamos juntos, cuando nos dimos cuenta de que lo habíamos intentado, de que habíamos puesto todo de nuestra parte, pero sencillamente hay cosas que no tienen salvación, y es mejor dejarlas ir, cuando nos dimos cuenta de que ya fue suficiente. Pero a pesar de todo, reviviría una y mil veces, cada momento que pasé a tu lado, así fueran cosas buenas o malas, porque contigo fui más que feliz, y a veces pienso que será eterno el dolor y eterna tu ausencia. Pero ya es algo que no tengo tan claro, porque cuánto más tiempo pasa, cuanto más te alejas de mí, tu ausencia va doliendo cada vez menos, y no sé si me alegro, o si maldigo ese sentimiento contradictorio, porque sencillamente echo de menos quererte como lo hacía antes, aunque más de menos echo querernos. Y yo te volvería a querer sin pensármelo dos veces. En una de esas noches pensativas, sonó en mi reproductor una canción que decía algo así: "no puedo salvarte, pero prometo que nunca estarás solo." Y en mi vida había escuchado semejante verdad. Porque aunque estemos muy rotos, y ya nada pueda salvarnos, ni siquiera este amor tan fuerte que hemos sentido, y que ya no estoy ni segura de si seguimos sintiendo, yo nunca te voy a dejar ir. Te prometo que mientras que yo esté en este mundo, tú jamás estarás solo.Te lo prometí una vez, y lo mantengo ahora. Aunque me odies, o no me quieras ni ver. Y a veces pienso en lo bonito que es querernos en silencio, sin que nadie se dé cuenta, ni siquiera nosotros, pero en el fondo saber que lo hacemos, que nos querremos siempre, y basta tan solo una mirada para que el mundo también se dé cuenta de este amor que tanto nos esforzamos en negar, porque estábamos destinados a encontrarnos, y también creíamos que estaríamos destinados a estar juntos hasta el final del camino, pero ahora que cada uno ha tomado un camino distinto, que conoceremos a otras personas, y que posiblemente dentro de diez años, solo seremos un recuerdo en la cabeza del otro, me doy cuenta de que estamos destinados a querernos hasta el fin de los tiempos, y a pesar de lo que nos depare este destino que nos hizo encontrarnos pero que ahora, por un motivo que no logro entender, no nos deja ser felices juntos, no he dejado de estar segura ni un segundo de que si algún día, nuestros ojos se reencuentran, volveríamos a perdernos, yo en los tuyos y tú en los míos, y sé que volveríamos a sentir esa magia que hemos estado sintiendo desde la primera vez que nos vimos. Y a pesar de que daría la vida por estar contigo, me conformo con esta historia que me has dado y que jamás podré borrar de mi mente.

sábado, 18 de octubre de 2014

"Pidiendo ayuda sin hablar, las cosas se pusieron mal..."

Aún recuerdo a aquella niña, y creo que la recordaré toda la vida. Yo, la veía caminar por la vida como si se tratara de algodón, era tanta la inocencia que escondía su mirada... la veía salir los fines de semana a divertirse con sus amigas, la veía reír, la veía la niña más feliz del mundo. Lo tenía todo, y sobre todo, sueños. Tenía muchos sueños que jamás se podrían realizar. La observaba cómo caminaba por los pasillos con la cabeza agachada, pero siempre con esa luz en sus preciosos ojos como platos. Platos que acabaron rompiéndose en mil pedazos. Porque un día, y casi sin darme cuenta, esa luz desapareció. Desapareció su sonrisa. Desaparecieron sus sueños. Porque poco a poco, vi cómo se fue refugiando en su propio mundo, y no salía de él. Se pasaba las tardes encerrada en su cuarto, o discutiendo con su madre por un plato de comida. Vi cómo se iban formando las ojeras debajo de aquellos ojos azules, aquellos ojos que transmitían todo su dolor. La vi perder el color de la piel, vi cómo se la fue cayendo el pelo, aquella preciosa melena que siempre lucía con una sonrisa, y que se acariciaba cada vez que los nervios o la timidez se apoderaban de ella. La vi las retinas desgastadas de tanto llorar. No comía, no salía, no reía, ya no era feliz... la vi matarse de hambre, y dejar su alma tirada en el baño detrás de cada comida. Ya tan siquiera dormía por las noches. En cambio de eso, se las pasaba en vela, escuchando el rugir de su estómago, acariciándose las costillas, empapando la almohada en lágrimas y sangre, y matándose a ejercicio sin que nadie la viera. Pero yo, vi cómo todo el mundo la juzgaba, y a ella parecía no importarla, pero por dentro la estaba matando. Vi cómo aquella maldita obsesión se apoderó de ella. La vi perder a gente, la vi quedarse sola. A veces, cuando aún la quedaban fuerzas, trataba de forzar una falsa sonrisa, y por algún extraño motivo, todo el mundo la creía. Pero nadie se podía llegar a hacer una ligera idea del infierno por el que estaba pasando, de la lucha constante por vivir en la que se había metido sin darse cuenta. Luchar por vivir. Ese era su día a día. Yo, veía cómo su perfecto cuerpo iba adelgazando, cómo se iba debilitando hasta no ser capaz ni de mantenerse en pie. Como si fuese una marioneta, sujeta por gente que no se daba cuenta de que aquella niña, vivía rodeada de demonios. Pero su mayor demonio, era ella misma. Vi cómo fue bajando sus notas, y lo poco que la importaba vivir, o morir. Vi cómo poco a poco esas inseguridades, esos complejos y esos miedos, la fueron derribando. La vi marearse hasta llegar al desmayo. La vi llorar innumerables veces delante del espejo, deseando tener el cuerpo que tenían las modelos de las paredes de su cuarto. La vi cómo tapaba la debilidad de su cuerpo con aquella ropa tan ancha que siempre llevaba puesta. Y la vi cómo tapaba las cicatrices de sus brazos con aquellas mangas largas. La vi tiritar de frío en pleno agosto. La vi pedir ayuda sin hablar. La vi estar muerta en vida. Hasta que un día, escuché el débil susurro de su voz, pidiendo ayuda de verdad. Aquella niña, permanecerá por siempre en mi memoria. Ella y su fuerza. Esa fuerza, que quizás, fue lo único que logró salvarla. Y sé de primera mano lo que estoy diciendo, porque conozco muy bien a la niña de la que hablo...

viernes, 17 de octubre de 2014

"Carta de despedida..."

Cada vez que empiezo a escribirte, me prometo a mí misma que esa será la última vez que lo haga. Pero acabo siendo incapaz de cumplirlo. Así que hoy, que es un día importante, y que sé que posiblemente esto nunca lo leerás, vengo a decirte que esta será la definitiva de verdad. Cuando te fuiste, tuve la intención de no echarte de menos, de olvidarte como tú a mí, y en cambio lo único que fui capaz de hacer, fue dedicarte todas mis letras como si así fueras a volver. Pero una persona no vuelve por mucho que le escribas, por mucho que le esperes... y eso es algo que ya estoy empezando a asumir. Quizás mi error fue dejar que te enamoraras de otra persona, o quizás el tuyo fue que no me querías tanto como asegurabas quererme. O a lo mejor sí, quién sabe. Eso es algo que nunca llegaré a saber. Puede que el error fuera de los dos, que no cuidamos todo el puto fuego que ahora tanto quema y que nos ha dejado en cenizas. Pero no puedo vivir estancada en el pasado, pensando constantemente: "¿Qué hubiera pasado si...?" ni llorándote hasta quedarme dormida, a veces incluso hasta el día siguiente. ¿Sabes? Ayer lo volví a hacer, volví a llorarte hasta que el sueño me venció. Hacía tiempo que no lo hacía, y sinceramente, no lo echaba de menos. También me prometí no volver a llorarte, porque sencillamente no creo que te merezcas mis lágrimas, pero ya ves, no eres el único que incumple sus promesas. Me duelen las manos de escribirte, porque lo único que quiero hacer con ellas es acariciarte. Todas las mañanas me levanto con la ilusión de tener un mensaje en el que ponga lo mucho que me echas de menos, y hoy lo espero aún con más fuerza. Y sé que ese mensaje no va a llegar, pero a veces se necesita. Por eso estoy aquí, escribiéndote esta "carta de despedida", para decirte que voy a pasar página de una vez, porque tengo asumido que ya no vas a volver con tus besos como antes, y no me sirve de nada seguir escribiéndote, seguir pensándote, seguir llorándote... porque da igual lo que haga, nada te traerá de vuelta. Nada va a hacer que me vuelvas a querer. Por eso, este es el último adiós, unos últimos escritos en los que te recuerdo por última vez lo mucho que te quise, y te quiero, y no me arrepiento de ello, porque incluso cuando te decía que no te quería, te quería. Pero en este último escrito también quiero contarte todo el empeño que voy a poner en dejar de quererte. Hoy, era un día para comernos la sonrisa a besos, para hacer el amor hasta que la Tierra tiemble, para querernos, para reír, juntos como siempre. Sin embargo, estoy aquí, diciéndote adiós definitivamente. Dicen, que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pero creo que nosotros sabíamos perfectamente lo que teníamos, pero nunca nos imaginamos que pudiésemos llegar a perdernos. Siempre me decías que ese era tu mayor miedo, y ahora parece mentira que lo fuera, porque parece que no te importa lo más mínimo haberme perdido. Y al final de esto, sólo quiero darte las gracias, porque a pesar de todo, has sido lo mejor que jamás pensé que podría llegar a tener, una historia de amor inolvidable que todo el mundo debería estar predestinado a vivir una vez en la vida. Y sé que no, que a pesar de haber acabado así, nada de esto ha sido un error, y no quiero que lo digas ni lo pienses. Porque la historia de amor más bonita que he tenido en mi vida, no ha podido ser un error.

miércoles, 15 de octubre de 2014

"Estar separados es peor que cualquier cruel castigo..."

¿No os ha pasado nunca que conocéis a una persona, y se convierte en lo más importante para vosotros, y un día, sin más, de la noche a la mañana, todo lo que habéis construido se viene abajo? Y todas las veces que jurasteis que jamás os romperíais, no han valido para nada, porque habéis acabado estando incluso más rotos de lo que estabais al conoceros. Estabais rotos, sí, pero poco a poco os fuisteis curando esas heridas a base de besos y caricias, hasta recomponeros por completo, hasta ser capaces de amaros incluso sin motivos. Empezasteis una historia y la llamasteis así porque sabíais que ya lo era, una preciosa historia para ser recordada, a pesar de que hayáis acabado hechos añicos. Y haces hasta lo imposible por olvidar a esa persona, por dejar de quererla, pero todo es en vano, porque ¿cómo vas a olvidar a quien antes hacía que te olvidaras hasta del mundo con solo mirarte? Y lo peor es que estás seguro de que si te volviese a mirar como solía hacerlo, el mundo desaparecería por completo una vez más, sería como si solo existierais vosotros. Vosotros y ese amor que tan imposible es que dejéis de sentir, por mucho que os esforcéis, y por mucho que os empeñéis en creer que ya no sentís nada, porque ambos sabéis que os seguís queriendo como el primer día, puede que incluso cada día que pasa os vayáis queriendo un poco más. Y ahí estás de nuevo, leyendo vuestras conversaciones, mirando vuestras fotos, recordando sus ojos, su sonrisa... esa sonrisa que tantas y tantas veces te comiste a besos. Y esos ojos en los que tanto te gustaba perderte. Y recuerdas su cara, esa carita de niña buena que te encantaba. Recuerdas hasta dónde tenía todos y cada uno de sus lunares, esos lunares que solías contarla a besos. Recuerdas lo preciosa que te parecía, y cuántas veces se lo recordabas e incluso se lo demostrabas para que ella hiciera un esfuerzo por creérselo también. Y lo guapa que se ponía cuando la picabas y se hacía la enfadada, pero tú sabías que solo era fachada, porque no podía enfadarse contigo. Odiabas que no se quisiera, odiabas que no pudiese verse con los mismos ojos con los que tú la mirabas, odiabas que ella se odiase, que odiase su cuerpo, ese cuerpo que tantas noches envolviste en caricias, dejando a un lado sus complejos y sus inseguridades, porque contigo no tenía miedo, tú la salvabas. Y es que hubieses dado la vida entera por verla sonreír delante de un espejo. Porque se lo merecía. Y es que, la veías perfecta de verdad, pero ella nunca se lo creía. Y sabes que aún, después de todo, la sigues viendo perfecta, con esos ojos azules que tú adorabas y que eran capaces de iluminar hasta los túneles más oscuros. Y mientras estás ahí, leyendo esas conversaciones y viendo esas fotos, hechas la vista atrás y te preguntas en qué momento cambió todo y por qué, si erais felices, si os queríais como jamás pensasteis que fueseis capaces de llegar a querer a nadie... y maldices una y otra vez los obstáculos que os encontrasteis por el camino para acabar así, porque supisteis superarlo todo, pero hubo un momento en que todo os superó a vosotros. Y maldices una y otra vez el tiempo, y esta distancia que os separa. Maldices no poder dormir sobre su pecho de nuevo, abrazado a ella, sintiendo su piel, oliendo su pelo... en esas noches, te sentías protegido, como si ella te protegiese de todo lo malo. Maldices no poder hacerla el amor ni despertarla a besos como solías hacer. Maldices que no esté contigo, agachando la cabeza a la vez que se sonroja por tus palabras, y lo mucho que te encantaba ese gesto, como antes, cuando aún erais felices, o llamándote "idiota" con una sonrisa en la cara. Maldices no poder meterla mechones de pelo por detrás de las orejas mientras la miras con esa carita de enamorado y con esa sonrisa traviesa que a ella la encantaba. Maldices no poder demostrarla cuánto la quieres, porque sí, lo haces, y estar separados es peor que cualquier cruel castigo, y duele, joder, cómo duele...

martes, 14 de octubre de 2014

"Día catorce sin ti, y todos los que me quedan..."

Quizás, hoy sea un buen día para escribirte. Siempre me prometo que será la última vez que lo haga, pero me miento a mí misma haciéndome promesas que sé que serán imposibles de cumplir. Soñarte cada noche ya se ha convertido en rutina, todas las mañanas me levanto con el propósito de odiarte, pero no puedo, y lo único que acabo haciendo es odiarme a mí misma, y a este amor tan estúpido y de todo menos correspondido que siento. Cada día que pasa voy estando un poco mejor, supongo que el tiempo lo cura todo, y vivir sin tus besos también ayuda. De mis ojos ya no caen tantas lágrimas, pero cualquiera que me conozca un poco, podrá ver el dolor que aún lleva mi mirada y lo rota que -aunque me niegue a admitirlo- aún estoy. Las heridas por fin comienzan a cicatrizar, jamás pensé que podría llegar a decir esto; cada segundo que paso sin tu presencia, vas doliendo menos. Pero te sigo pensando como el primer día, y eso es algo que al menos por ahora, me veo incapaz de dejar de hacer. Pueden ponerme a mil delante, que yo te seguiría eligiendo a ti, solo a ti, con tus errores y con tus defectos, con todo lo tuyo. ¿Por qué te cuesta tanto entender que no quiero otras caricias que no sean las tuyas? Me odio por comparar a todos contigo, pero ¿qué culpa tengo yo si ninguno es capaz de igualarte? Ninguno me parece suficiente, porque el único chico con el que quería pasar el resto de mi vida, me ha roto el corazón. Y te quiero y me dan ganas de matarte por ello, y a veces incuso logro llegar a odiarte por no poder sacarte de mi mente ni un instante, y siento tantos sentimientos contradictorios que ni yo misma entiendo... puede que tú nunca llegaras a quererme como solías jurarme que lo hacías, y ya tengo asumido que no vas a volver, pero lo único que sé es que te echo tanto de menos que te volvería a querer sin pensármelo dos veces, aun sabiendo el dolor tan grande que conlleva quererte.

domingo, 12 de octubre de 2014

"Hablemos del olvido..."

Observas cómo pasa el tiempo y tu vida sigue parada, escuchas atentamente el tic-tac del reloj, ese reloj que marca cada segundo que pasas sin él, sin sus besos. Te quedas esperando a que pase algo que lo cambie todo, pero eso nunca pasa. Tus días se han vuelto una puta rutina desde que él se fue. Solo lloras y duermes, tratando de no soñar nada, porque así es como si no existieras, pero el insomnio cada vez es más constante, y no puedes hacer nada por calmar ese dolor que sientes, porque sigue ahí, a flor de piel, y no parece que quiera marcharse. Al menos, no por ahora. No comes, no hablas, no sales... es siempre lo mismo. Ya lo único que haces, es pensarle. Porque llega un punto en el que no te quedan ni lágrimas para seguir derramando. Hablemos de verdades. Hablemos de que el tiempo y la distancia todo lo curan, hablemos de la razón que tenía aquel que dijo que las cosas suceden cuando menos te lo esperas, y no se equivocaba. Porque un día, de repente, simplemente sucede. Aceptas de una vez por todas que él ya no te quiere, que no le importas, que posiblemente haya otra mejor que tú, y asumes, que tú ya le has dejado de querer, y te pones a buscar a esa persona que también sea mejor que él, y que te sepa amar de verdad. Y le deseas lo mejor, y esperas que sea muy feliz, no le guardas rencor ni odio, y hasta a veces piensas en él y sonríes, y simplemente, recuerdas todo lo bueno que vivisteis, lo malo ha pasado a segundo plano, y es entonces cuando te das cuenta de que el olvido ha llegado. Echas la vista atrás y te das cuenta de que ya no duele. Tus días empiezan a ser más fáciles, tus sonrisas más sinceras, tus noches más llevaderas, y su recuerdo... su recuerdo cada vez va doliendo menos. No desaparece, pero al menos ya no lo recuerdas con dolor. Sales, te diviertes, te ríes... vuelves a vivir. Y cuando te preguntan si ahora, después de todo, sigues estando segura de que le quisiste, respondes con una sonrisa en tu rostro que sí, que le quisiste como no has querido a nadie en tu vida, porque no te avergüenzas de decir todo lo enamorada que estuviste de él y todo lo que fue en tu vida, pero eso siempre viene seguido de un: "Y me costó, pero lo logré. Por fin le he olvidado." Y aun así, siempre te quedas con la duda de si le has olvidado de verdad o si simplemente te has acostumbrado a vivir sin él. Ha pasado un tiempo sin verle, os habéis distanciado de verdad, quizás mañana le vuelvas a ver de nuevo y te des cuenta de que le sigues queriendo como el primer día. Pero se quedará en eso, en una duda, nunca llegarás a comprobarlo, y tampoco sabes si quieres, porque por ahora eres feliz, por ahora pensarle ya no te atormenta, ya no lloras y vuelves a ser la que eras, ya no existe para ti, y eso es lo que verdaderamente importa.

sábado, 11 de octubre de 2014

"Sálvanos..."

Estuve a punto de aprenderme tus lunares de memoria, y hoy daría lo que fuera por contártelos con besos por última vez. Con besos o con versos, tú decides. Te leería la columna vertebral en braille y te daría de mí lo mejor. Me sentaría sobre tu regazo y te susurraría al oído un par de poemas en los que te confesaría todo el amor que jamás pude dejar de sentir. Después te dejaría que me hicieras el amor hasta sentir que te pertenezco, que siempre te he pertenecido, sería tuya de nuevo. Nos reiríamos de la gente que no apostó un duro por nosotros y apostaríamos el cielo entero a que nuestro "siempre" no se quedaría en nada. Llévame hasta la luna, o hasta tu cama, no me importa mientras sea contigo. Aún tengo la marca de tus dientes sobre mi cuello y te dejaría la marca de los míos una vez más, mientras mi aliento te acaricia la nuca y sientes un escalofrío imposible de describir, sientes cómo cada milímetro de tu piel se te pone de gallina. Y ahora, yo lo único que siento es cómo me arde la piel, siento cómo necesito tus caricias, esas caricias que jamás quise dejar de sentir. Acaríciame de nuevo, bésame, haz de mi cuerpo tu propio paraíso. Nuestras heridas aún no se han cerrado, dudo que algún día vayan a cerrarse del todo, dudo que algún día dejemos de echarnos de menos. Y ahora sólo tengo un par de fotos desgastadas y unas cuántas cartas que me recuerdan lo mucho que me quisiste. De pequeña, no tenía muy claro por qué si dos personas se quieren, no están juntas. Ahora lo que no tengo claro es cómo un amor tan fuerte y grande como el nuestro puede acabar y quedarse en nada. Saca la botella, que hoy no quiero pensar. Tengo versos pero no tengo tus besos, y no sé qué duele más. Sálvanos.

¿Tres años? Yo contigo quiero tres vidas.

¿Sabes ese tipo de personas que están destinadas a llegar a tu vida para quedarse? Esa era ella. Con sus ojos verdes y su sonrisa radiante. Esa sonrisa, que sin duda, era la más bonita de todas. Tan bonita como ella. Aunque yo más que "destino", prefiero llamarlo suerte. No puedo evitar reírme cada vez que nos preguntan si somos amigas. Ella para mí es mucho más que eso. ¿Amistad? Esa palabra se nos queda corta. Hemos superado a la distancia y al tiempo, y sé que juntas podemos superar todo lo que nos propongamos. Eres increíble, pequeña. Gracias por quererme incluso cuando ni yo misma me quiero. Gracias por darme la vida que a veces me falta. Gracias por estar siempre ahí. No me faltes, mi vida, no puedo perderte. Gracias por estos tres años y los infinitos que vendrán. Te quiero demasiado.

viernes, 10 de octubre de 2014

"El más grande de los amores..."

Esta ciudad se me ha quedado demasiado pequeña ahora que no estás tú para que la recorramos juntos. Nos hemos hecho añicos en cada rincón de Madrid, y a estas alturas, lo único de lo que estoy segura es de que mataría por seguir rompiéndome un poco más. Aunque no creo que eso fuera posible, porque dicen que una vez que has tocado fondo, lo único que puedes hacer es subir. Y yo solo estaría dispuesta a subirme al tren que separa mis ganas de tus dudas. Estoy llena de heridas, de tus miradas furtivas y de tus besos sinceros, o quizás no lo fueran tanto, después de todo, no lo sé. Lo que sí sé es que estas cicatrices no van a desaparecer ni con un millón de "te quiero`s". Que te expulsen de este juego, no haces más que hacerme falta. Brindemos. Sí, brindemos por ese tipo de amor que dicen que solo vives una vez en la vida. Pero yo, yo estaría dispuesta a vivirlo un millón de veces más, si tuviese la seguridad de que así, y solo así, regresarías a mi lado. Ese, es sin duda, el más grande de los amores, el que todo el mundo debería experimentar. Un amor que te deja en la cuerda floja, entre la locura y la razón, entre despertarte o seguir soñando un ratito más. Un amor tan grande y tan fuerte que casi no se sostiene a sí mismo. Un amor que a pesar de lo que pase, a pesar de la distancia, de las circunstancias o del tiempo, está destinado a no morir jamás, está destinado a no perder su luz. Vamos a bebernos las noches estrelladas de verano, déjame perderme en tus ojos por última vez, olvidemos por unos segundos que todo se nos ha ido, seamos felices por un rato, juntos de nuevo, estoy dispuesta a salir de este callejón sin salida, vamos a besarnos con ganas, vamos a olvidarlo todo, vamos a soñar despiertos una vez más.

jueves, 9 de octubre de 2014

"Yo sigo aquí, empapándome de ti..."

Y en días como estos, de lluvia, me gusta sentarme junto a la ventana, y escuchar el sonido de las minúsculas gotitas caer. Me gusta observar cómo se deslizan por la ventana, como si de una carrera se tratase, hasta llegar al final. De vez en cuando abro la ventana y me asomo por ella, mientras siento cómo el agua me acaricia la piel. Me siento en frente del ordenador, y empiezo a escribir, sin dejar de escuchar la lluvia caer. O mejor dicho, empiezo a escribirte, como cada día. Mil pensamientos se cruzan por mi cabeza en días como estos, tú el primero. Tu recuerdo me asalta de nuevo, y duele, joder, cómo duele. Me gusta recordar aquellos días que nos pasábamos abrazados en la cama, bajo las sábanas, entre sonrisas y cosquillas, sintiendo piel con piel, comiéndonos a besos o haciendo el amor, con la lluvia de fondo. Adoraba cuando me besabas bajo ella, sintiendo la humedad de tus labios sobre los míos, o sobre mi cuello... sintiéndote. Como me gustaría sentirte ahora. Me encantaba que corriésemos bajo la lluvia, agarrados de la mano, sintiendo una felicidad imposible de describir, empapándonos de aquel amor que creíamos que jamás se acabaría. Pero tuvo que acabar, por destino o porque sí. Igual que acaba la lluvia, y después sale el Sol, junto al arcoíris. La diferencia es que aquí no ha vuelto a salir el sol, y no creo que vaya a volver salir nunca más ahora que no estás. Y puede que la lluvia acabe, como acaban las cosas que no tienen mucho sentido, pero yo sigo aquí, empapándome de ti.

miércoles, 8 de octubre de 2014

"Lo suyo ya no era vida, dejó de serlo en cuanto él decidió marcharse de ella..."

Acostada sobre la cama, observaba cómo las manijas del reloj seguían en marcha, escuchaba caer las gotas de lluvia sobre la ventana, sentía cómo soplaba el viento, y la calaba en lo más hondo de su piel. Poco a poco vio cómo iba saliendo el sol, los pájaros cantaban, el semáforo cambiaba de verde a rojo, y de rojo a verde, escuchaba alguna que otra risa en la calle, veía parejas enamoradas caminar de la mano, y escuchaba el llanto de algún bebé. Solo había dejado de llover ahí fuera, dentro de ella parecía que la lluvia no cesaba nunca. La vida seguía, el mundo no se había quedado parado porque ella no tuviese fuerzas para seguir viviendo. Y es que, lo suyo ya no era vida. Dejó de serlo en cuanto él decidió marcharse de ella. Había tenido sus ojos color café calmando cualquier daño, y de repente se vio sola, se había esfumado todo, como el humo del último cigarrillo que compartieron. Había fotos esparcidas por toda la habitación. Fotos de aquel tiempo donde ella fue la persona más feliz del mundo, y ojalá esa felicidad hubiese sido eterna, a su lado. Y es que en días como esos, lluviosos y tristes, su recuerdo pesaba mucho más. En aquellos días, él solía abrazarla, darla su calor, la protegía del frío y de todo lo malo. Y ahora ya no tenía sus brazos para seguir protegiéndola, para seguir calmándola, y se sentía sola, y tenía miedo Ya solo la quedaban un puñado de recuerdos. Recuerdos que posiblemente solo recordara ella. Y como vino, se fue. No le importó su dolor, no le importó aquellos momentos de felicidad que compartieron. Se marchó, se marchó por una que le daba placer. Prefirió un par de besos de una que solo le quería para un rato, antes que el amor de ella, que le quería para toda la vida. Se olvidó y se esfumó todo por completo. Pero ella tenía que pensar, tenía que olvidar. Dos segundos bastaron para acabar con todo. Él había pronunciado el último “adiós”, y ella, sabía que esta vez era para siempre. La costaba respirar, la temblaba el pulso y las lágrimas amenazaban con salir, vivir era lo más duro de todo. Sabía lo poco que valía su vida si él no estaba a su lado. Pero se aguantó. Tenía que hacerlo, porque ante todo estaba ella. Sabía que poco a poco iba a superarlo, que ahora dolía, pero luego no se siente. Algo así como una anestesia. “Sé fuerte”, le decía algo en su interior. Sé fuerte. Él la había amado una vez, de eso estaba segura. Pero aunque sus cuerpos volvieran a encontrarse, sus almas jamás volverían a tocarse. “Todo irá bien”, pronunció él con un leve susurro justo antes de marcharse para siempre. El recuerdo de aquel abrazo aún le hacía tiritar. Pero mintió, volvió a mentir de nuevo, porque ya nada iba bien, nada volvería a ir bien nunca. Y ella lo sabía, pero se obligaba a creerle, necesitaba creer que todo ese dolor que ahora sentía, dentro de un tiempo no sería más que un mal recuerdo. Necesitaba creer que todo iba a ir bien.